Hacía tiempo que no me pasaba por aquí a reflexionar en voz alta. Esta plataforma es para mí una bocanada de aire fresco en la que me expreso sin miedo y, a la vez, expongo en gran parte todos ellos.

Entre tú y yo…, llevo semanas dándole vueltas a la cabeza a un tema: LA VEJEZ. Por ello, voy a dejar fluir mis ideas más o menos acertadas y más o menos acordes con las que cada uno tiene acerca de este tema.
Empezaré este texto haciéndote saber a ti lector, que este tema no es casual. Es fruto de varias circunstancias que se han ido dando a lo largo de estos pasados dos meses: enero y febrero. Y bien, me gustaría empezar marzo con la mente despejada. Os recuerdo que escribir es terapéutico. Libera.

Expondré mi conclusión al final del texto. Y, por supuesto, una servidora, quien escribe, está abierta a todos los comentarios que me lleguen.

 

Tres circunstancias que hoy me hacen escribir acerca de la vejez:

 

En primer lugar, mi cumpleaños. Hace dos meses me cayeron 41 años. Edad fantástica, lo sé. Cualquier edad es la adecuada para empezar cualquier proyecto, pero créeme, lector, cuando te digo que estos 41 años han sido diferentes a los de otros años. He empezado a reflexionar acerca del paso del tiempo. ¿Dónde estoy? ¿Qué hice? ¿Adónde quiero dirigirme?  La famosa crisis de los 40 me ha llegado a los 41. Observándome en fotografías pasadas y no tan pasadas sólo puedo decir que a nivel físico (entre tú y yo):

“¡¡OOHHH SANTÍSIMA TRINIDAD QUE ESTÁS EN LOS CIELOS!!”: Cierto. Ya no soy la misma jovencita de antes. Eso es una evidencia. Arrugas incipientes, Kilos que no bajan ni con 7.000 pasos diarios (¡ojo! lo reconozco, me encanta comer), surtido de canas fruto de la herencia familiar, minúsculas manchas en la piel que sólo yo puedo apreciar… ¡Señoras y señores esto va a más! Así que una voz en off me dice: “¡¡NIÑA, ESPABILA QUE VIENEN CURVAS!!”. Trátate bien. No te obsesiones por el paso de los años. Quiérete mucho y agradece el ahora; porque, aunque es inevitable darse cuenta de los cambios: (especialmente si coges unas fotografías de hace 10 años) … me siento todavía esa jovencita de 20, sólo que con un cuerpo “diverso” y, por supuesto, con más historias que contar.

 

En segundo lugar, hace relativamente poco, el mes pasado, fui a visitar a mis padres a España. Hacía 5 meses que no iba a verlos y aunque los llamo casi a diario, esta vez decidí que ya era tiempo para estar con ellos.  Y entre tú y yo, mis padres están viejecitos. Tienen sus rutinas, sus comidas a medio gas, su televisión y para de contar. ¡Sí, por Dios!, Tengo la suerte de tenerlos a mi lado. ¡Soy muy afortunada!, pero entre tú y yo… Ya no son mis super héroes, fuertes y con ganas de todo. Ya no hay largos paseos por la playa. Adiós a irnos de excursión. “Bye, bye” a las largas charlas de sobremesa. “Ciao” a los juegos en el suelo. Au revoir” a las risas en mitad de las comidas. Tienen otro aspecto (como el mío, supongo) y otra manera de ver y de hacer las cosas… Es cierto que la pandemia del 2020 les pasó factura (como a todos), pero a ellos muy especialmente.

Debo añadir (además), que justo una semana antes de que me reencontrara con ellos en España a mi padre le diagnosticaron Parkinson … y lo único que pude decirle nada más verle fue:

– ¡Oye papá, tú de esto no te mueres! ¡Sólo que estás tan contento de verme que te tiemblan las manos!

Lo cierto es que a mi padre (que aún está asimilando la que le viene encima), no le hizo ninguna gracia el comentario. Me miró con cara escéptica y tan sólo pudo decirme de forma excesivamente educada:

– Pues debe ser eso, hija.

(Lo sé, no fue el comentario más acertado. Me di cuenta enseguida al ver la cara de mi madre al escuchar semejante barbaridad, pero créeme entre tú y yo, cuando te confieso que no había mala intención en mis palabras, al contrario).

 

En tercer y último lugar, ¿No os ocurre que cuando tenéis un tema en la cabeza, todo lo que os rodea tiene que ver con ese tema? Os pongo un ejemplo: mujer embarazada, paseando por la calle y sólo ve mujeres embarazadas. Otro ejemplo: te gustaría comprarte una chaqueta que has visto hace poco y resulta que eres capaz de ver a cientos de personas en un solo día con esa fantástica chaqueta que finalmente no conseguiste comprar. Pues lo dicho, lo mismo me pasa a mí con el tema, es por eso que lo escribo en esta plataforma y lo vomito todo (pido disculpas de antemano, por el término “vomito todo” pero es el que emplearía si hablara personalmente contigo).

No es que ahora sólo me fije en gente mayor, pero hace poco recibí una oferta de empleo en una residencia de ancianos. Por otra parte, en las redes sociales, estoy empezándome a saturar con la cantidad de publicidad que me hacen llegar (a diario) acerca de: “¿Quieres que tu piel luzca 20 años más joven? Este serum alisador de arrugas consigue en 3 semanas que luzcas radiante”.

Y yo me digo mí misma: – “¡¡JESÚS DEL HUERTO!!, ¿Será eso verdad?, ¿Me dejará esa piel?”
¿Voy a ser en un periodo muy breve de tiempo carnaza para la industria cosmética?

Hace poco, una buena amiga me envío un vídeo de una entrevista de Maruja Torres. Una octogenaria periodista y escritora española sin pelos en la lengua que, entre otras cosas, siempre ha dicho lo que le ha dado la real gana.

Pues bien, Maruja Torres, hablaba de la vejez y decía: “SER VIEJA O SER VIEJO NO ES UN INSULTO. ES UN AUTÉNTICO LOGRO. Hay que ser más valiente para ser viejo que para ir a la guerra. Porque el que va a la guerra, cree que va a sobrevivir y el viejo ya sabe, ya va sabiendo, que su decrepitud avanza. Debemos quitarles el miedo a los viejos, el miedo a la vejez. Eres el mismo hombre o la misma mujer que fuiste. Ocurre que ahora sabes que te quedan pocos años. Pero eso, debe ser incluso un aliciente para disfrutarlo aún más. Eres tan joven en tu vejez como joven fuiste en tu adolescencia porque todo te sucede por primera vez. Cada día es nuevo”.

Y allá va mi reflexión: Voy a enfrentarme a la vejez, a la mía propia y a la de los míos, con amor y dignidad. Aceptándome y aceptando cada una de mis transformaciones, las que están y las que vienen de camino con alegría, plenitud y agradecimiento. Tendré días mejores que otros, pero ¡oye! De eso se trata la vida.

Dicho esto, entre tú y yo… TEMA CERRADO. TERAPIA RESUELTA por el momento.

Texto escrito por:  Ana García Ballester (voluntaria del TES, área de comunicación).

 

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