Quería empezar esta entrada con: “Detente. Mira en torno a ti, deja que tus sentidos atrapen las emociones que te producen las cosas que tienes a tu alrededor. Disfruta. Acepta el presente, concéntrate en el aquí y en el ahora”, cuando me di cuenta de que quizá el Mindfulness es mucho más que eso. Es el momento en que eres tu propio ser, sin emociones ni sentimientos de por medio. Te das cuenta de que estás dentro de tu cuerpo, porque lo sientes. Tomas conciencia de lo que pasa siendo solo un observador, en el proceso colisionas con tus pensamientos y los dejas ir, para enfocarte en tu respiración.
¿Alguna vez le has dado vuelta a la idea de tener ese poder de no pensar en nada? Sospecho que debe ser algo parecido al momento en que estas escribiendo y de repente no sabes que más poner. Abres los ojos e intentas escuchar algo dentro de tu cabeza. No, no hay nada. Y la verdad es que muchos tenemos la tendencia de estar activos mentalmente todo el tiempo, nuestras ideas y pensamientos no paran, sean buenos o malos. No tenemos la habitud de disfrutar de ese momento en blanco. Y es justamente esto lo que el Mindfulness quiere enseñarnos a través de sus diversas técnicas.
Podría seguir escribiendo sobre todos los beneficios del Mindfulness, buscando información en internet para intentar convencer a los escépticos o a los que ya lo han vivido y no lo han vuelto a probar. Por supuesto que cada uno vive la práctica del Mindfulness de acuerdo con sus experiencias de vida y quizá en una sola sesión de prueba no encuentra aquello que vino a buscar; porque a lo mejor una sesión para encontrarse a si mismo sea insuficiente.
A CALLARSE (Pablo Neruda)
«Ahora contaremos doce
y nos quedamos todos quietos.
Por una vez sobre la tierrano hablemos en ningún idioma,
por un segundo detengámonos,
no movamos tanto los brazos.
Sería un minuto fragante,
sin prisa, sin locomotoras,
todos estaríamos juntos
en una inquietud instantánea.
Los pescadores del mar frío
no harían daño a las ballenas
y el trabajador de la sal
miraría sus manos rotas.
Los que preparan guerras verdes,
guerras de gas, guerras de fuego,
victorias sin sobrevivientes,
se pondrían un traje puro
y andarían con sus hermanos
por la sombra, sin hacer nada.
No se confunda lo que quiero
con la inacción definitiva:
la vida es sólo lo que se hace,
no quiero nada con la muerte.
Si no pudimos ser unánimes
moviendo tanto nuestras vidas,
tal vez no hacer nada una vez,
tal vez un gran silencio pueda
interrumpir esta tristeza,
este no entendernos jamás
y amenazarnos con la muerte,
tal vez la tierra nos enseñe
cuando todo parece muerto
y luego todo estaba vivo.
Ahora contaré hasta doce
y tú te callas y me voy».
Texto escrito por: Elena Perego (voluntaria del TES, área de comunicación).